Sensibilidad a productos químicos y reacciones en la piel
La sensibilidad a productos químicos y reacciones en la piel pueden afectar a la vida de las personas. Los detergentes, los suavizantes y muchos de los productos químicos que utilizamos en la limpieza del hogar pueden tener unos efectos sobre nuestra piel.
En ocasiones únicamente se trata de una irritación, pero pueden llegar a causar sensibilidad múltiple química.
Cuando determinados tipos de piel se exponen en exceso a un químico la piel puede volverse sensible a esa sustancia. Se puede producir una reacción a ese químico y desarrollar diversos síntomas o una dermatitis de contacto alérgica.
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Hay días en los que notamos la garganta irritada, la piel y los labios más secos o incluso el pelo más sucio, todo ello está causado por la contaminación atmosférica. Esos síntomas se notan mucho más en los entornos urbanos, donde la polución es mayor y donde vive más de la población mundial, sin embargo la contaminación está en todas partes, vivir en un entorno más rural no te libra de sus efectos.
La piel es como un escudo ante las agresiones del ambiente pero a la vez nota muy rápido los efectos negativos del descenso en la calidad del aire exterior y también del que respiramos en los interiores en los que pasamos gran parte de nuestra vida. Los contaminantes y las toxinas en suspensión afectan muy nocivamente a la salud de nuestra piel, ensuciándola y degenerándola.
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Muchas personas sufren de una piel sensible, atópica o alérgicas a determinados productos, por eso deben crear el hábito de cuidar su piel toda la vida.
El cuidado de la piel sensible es para las pieles excesivamente sensibles o alérgicas, que necesitan en muchas el empleo de medicamentos cuando se producen determinadas reacciones: cuando aparecen ronchas, rojeces o arrugas excesivas lo más común es aplicar cremas antinflamatorias con corticoides, en otras circunstancias puede ser necesario el uso de antibióticos o de antihistamínicos.
En muchas ocasiones podemos evitar tener que llegar al extremo de la medicación tomando algunas precauciones para evitar dañar la piel. A continuación te damos unos consejos para el cuidado de la piel sensible:
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No solo estornudos, llega la primavera y las alergias en la piel
La primavera es una estación en la que los alérgicos sufren las consecuencias de su enfermedad y aunque cuando pensamos en alergia primaveral nos viene a la cabeza los estornudos y la secreción nasal estas también hay síntomas que afectan a la piel, sus alergias y a las personas con sensibilidad cutánea.
Esos síntomas se traducen en dermatitis por hipersensibilidad y alteraciones de la piel como piel seca, descamación, inflamación, eritemas, erupciones, ardor, ampollas y costras por rascarse.
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Ante el frío y el ambiente seco, la importancia de cuidar la piel en invierno
Con la llegada del este período de descenso de las temperaturas debemos prestar especial atención y cuidar la piel en invierno. El frío, el viento, las calefacciones, la humedad y las diversas agresiones ambientales provocan sequedad y deshidratación, sobre todo en la cara y manos, que es lo que más expuesto esta durante esta estación del año.
El frío excesivo produce que los capilares de la piel se contraigan porque así retienen el calor. Esto produce que lleguen a las células de la epidermis el oxígeno y nutrientes necesarios para que la piel luzca radiante, por eso con el frío la piel tiene un aspecto más apagado. Además, los contrastes entre las temperaturas frías de exterior y el calor interior acaban afectando a la piel.
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El frío del invierno seca la piel, pero con la primavera llegan las horas de sol y el buen tiempo por eso debemos tener en cuenta ese cambio en el cuidado de nuestra piel, sobre todo las personas que sufren alergias, si quieren mantener una piel sana en primavera.
Las alergias también se manifiestan en nuestra piel en forma de dermatitis, urticarias y angiodemas o provocando sequedad, picores o irritaciones. Estas alteraciones que se producen en esta estación son culpa del polen, la acumulación de polvo, el aumento de la temperatura y también la exposición al sol que puede llegar a causar ronchas y descamaciones.
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